El sueño del bebé es un tema que preocupa a muchas familias. Tras semanas de descanso relativamente estable, de pronto, el bebé comienza a despertarse con frecuencia, llora más de noche y le cuesta volver a dormirse. Esta situación, que desconcierta a padres y madres, suele deberse a las regresiones del sueño, una fase completamente normal del desarrollo infantil.

¿Qué son las regresiones del sueño?

Las regresiones del sueño son periodos temporales en los que un bebé que dormía bien comienza a tener problemas para conciliar o mantener el sueño. Aunque pueden aparecer en distintos momentos, algunas etapas son más comunes que otras.

Estas regresiones se deben a avances en el desarrollo físico, cognitivo o emocional del bebé, que provocan alteraciones en sus patrones de sueño. No se trata de un retroceso real, sino de una reorganización del sueño ligada al crecimiento.

Las más frecuentes: 4 y 13 meses

Dos de las regresiones más habituales son la regresión del sueño a los 4 meses y la crisis del sueño a los 13 meses.

Regresión del sueño 4 meses

La regresión del sueño a los 4 meses suele ser la primera gran alteración del descanso. En esta etapa, el cerebro del bebé madura y sus ciclos de sueño se parecen más a los de un adulto. Esto significa que pasa por más fases y puede despertarse con más facilidad entre una y otra.

Crisis del sueño 13 meses

La crisis del sueño a los 13 meses puede estar relacionada con varios factores: el inicio del lenguaje, los primeros pasos o incluso la aparición de los primeros miedos nocturnos. También puede coincidir con cambios importantes como empezar la guardería o dejar de tomar el pecho.

¿Cómo reconocer una regresión del sueño?

Entre los signos más comunes de una crisis de regresión del sueño, se encuentran:

  • Despertares nocturnos más frecuentes.
  • Dificultad para dormirse o para volver a dormirse.
  • Irritabilidad durante el día por falta de descanso.
  • Cambios en el apetito o el comportamiento.

Estos síntomas pueden durar desde unos días hasta varias semanas, dependiendo de cada bebé.

Cómo afrontar las regresiones del sueño

La buena noticia es que las regresiones del sueño son pasajeras. Aun así, pueden ser muy agotadoras para toda la familia. Aquí te damos algunas recomendaciones para afrontarlas con mayor serenidad:

1. Mantén la calma

Es importante recordar que esta fase es temporal. Aunque la fatiga se acumule, tratar de mantener una actitud paciente y comprensiva ayuda mucho, tanto al bebé como a quienes le cuidan.

2. Refuerza una rutina nocturna consistente

Establecer una rutina de sueño para el bebé es clave para ayudarle a relajarse. Realizar las mismas actividades en el mismo orden cada noche le proporciona seguridad y le ayuda a anticipar que es hora de dormir.

3. Baño relajante antes de dormir

Un baño tibio es uno de los mejores aliados para preparar al bebé para dormir. El contacto con el agua a temperatura agradable relaja el cuerpo y la mente, marcando el inicio del momento de descanso.

Para potenciar sus efectos, puedes usar productos de pH neutro y fórmulas suaves como el Gel Champú Baby, ideal para cuidar la piel sensible del bebé sin irritarla. Su aroma delicado crea un ambiente de calma perfecto para cerrar el día.

4. Crea un entorno propicio para el sueño

Asegúrate de que el dormitorio esté oscuro, silencioso y con una temperatura agradable. Un ambiente tranquilo favorecerá que el bebé duerma más profundamente y por más tiempo.

¿Y si el bebé no duerme en toda la noche?

En algunas regresiones, puede parecer que el bebé no duerme por la noche. Esta situación, aunque desesperante, es más común de lo que parece. El cansancio acumulado y la falta de descanso pueden afectar tanto al bienestar del bebé como al de sus cuidadores. Por eso, es importante contar con recursos y ayuda de expertos que ofrezcan orientación y contención emocional.

Las regresiones del sueño, como la regresión del sueño a los 4 meses o la crisis del sueño a los 13 meses, forman parte del desarrollo natural del bebé. Aunque suponen un reto, también son una oportunidad para fortalecer los vínculos y establecer rutinas que acompañen al bebé durante su crecimiento. Con información, paciencia y pequeños gestos diarios como un baño relajante, es posible vivir estas etapas con más confianza.

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